Entradas

El Cartón 32

Imagen
  El cartón 32 Cuando la pierna derecha de Mirta empezó a dolerle cada vez que subía el cordón de la vereda, supo que algo tenía que cambiar. La ciudad ya no era la misma para ella. Ni ella para la ciudad. Las rampas estaban mal hechas, los colectivos no frenaban, y la farmacia quedaba a cinco cuadras de las más largas del mundo. Pero los martes eran sagrados. A las tres y media de la tarde, agarraba su bolso floreado, se ponía la boina gris heredada de su hermana y caminaba hasta el centro de jubilados “Luz de Otoño”. A paso lento, pero firme. Era el único momento de la semana en que el dolor se transformaba en anécdota y los números eran más que cifras: eran compañía, azar y consuelo. —¡Arrancamos! —gritaba Nilda desde el escenario improvisado con un micrófono que chillaba como puerta vieja—. ¡Primer número del día… el 32! Mirta sonreía. Siempre sentía algo especial con el 32. Era su año de casada, la edad a la que nació su hija, el colectivo que la llevaba a Constituci...

Sospechar del Silencio

Imagen
  Sospechar del Silencio Aquella mañana todo parecía igual. El mismo recorrido, la misma vereda rajada, el mismo árbol inclinado saludando con sus ramas secas. Pero algo me hizo frenar. Fue apenas un segundo. El paso suspendido en el aire, como si alguien invisible me hubiese rozado el hombro. Y entonces sucedió: el silencio . No el de afuera. No el del tránsito lejano ni el del viento sin fuerza. El silencio interior. Y en ese hueco repentino, algo se reveló. No fue un pensamiento. No fue una emoción. Fue más bien una certeza súbita , sin origen claro. Como si todas las veces que pasé por ese mismo lugar —apresurado, distraído, mecánico— hubiesen sido parte de una espera. Una cita que no sabía que estaba pendiente. Todo seguía igual, pero nada era lo mismo. El árbol torcido me pareció hermoso. Las grietas de la vereda, necesarias. Una hoja seca cayó justo a mis pies y la vi con una nitidez nueva, como si hubiese estado allí para mí. Todo tenía sentido y todo era gr...

Transpirar la Ciudad

Imagen
Transpirar la Ciudad Hay mañanas en las que el cuerpo habla antes que la mente. Se despereza con una tos leve, pide agua, y en silencio, se pone en movimiento. Aquella vez fue un martes, y ya desde el primer paso sentí que algo distinto corría bajo la piel: no era sólo calor… era esa necesidad urgente de sacar algo de adentro. Llevaba semanas encerrado. No por obligación, sino por una de esas tristezas que se adhieren al cuerpo como una capa invisible de polvo. Pero esa mañana, decidí caminar. Sin rumbo fijo, sin destino. Salí de casa con zapatillas viejas, remera suelta y un dejo de ansiedad acumulada entre los hombros. A las cinco cuadras, empecé a transpirar. No por el esfuerzo físico, que era mínimo, sino porque la ciudad también transpira. Lo noté en el asfalto que comenzaba a resquebrajarse en la esquina de la plaza, en el anciano que limpiaba su vereda con movimientos cortos y sudorosos, en el perro callejero que jadeaba bajo una sombra dudosa. La transpiración no es so...

Colágeno

Imagen
 Resultados comprobados en solo 6 semanas. ¿Quién no los quiere? 4Life® Transfer Factor® Collagen ofrece beneficios reales respaldados por la ciencia: ✅ 96% de los participantes mejoraron la hidratación de la piel ✅ Casi el 90% reportó una piel más firme ✅ Las líneas finas se redujeron hasta un 30% para el día 84 ✨Apoya tu piel, articulaciones y bienestar general desde adentro. *Estas declaraciones no han sido evaluadas por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA). Este producto no está destinado a diagnosticar, tratar, curar ni prevenir ninguna enfermedad.

Luciérnagas en la Ciudad

Imagen
  Luciérnagas en la Ciudad: Cuando la Luz se Mueve con Alas En las noches más oscuras, cuando la ciudad se repliega en su propio murmullo de asfalto y rutina, hay pequeñas luces que desafían el cemento. Son pocas, a veces esquivas, pero existen: luciérnagas. Sí, incluso aquí. En un rincón olvidado del parque, en una vereda que bordea una plaza no tan transitada, alguna vez, si uno camina lo suficientemente despacio, se puede ver una chispa viva flotando. No es una farola rota. No es un reflejo. Es vida. Las luciérnagas no son sólo insectos; son metáforas en miniatura. Nos recuerdan que todavía hay cosas que brillan sin electricidad, que iluminan sin invadir. En un mundo de luces que encandilan y pantallas que distraen, ellas ofrecen algo más íntimo: el asombro. ¿Y si camináramos más seguido como si esperáramos ver una luciérnaga? ¿Si bajáramos el ritmo, silenciáramos el celular y dejáramos que la noche tenga su voz? Quizás no encontremos una, pero en el intento descubramos ...

La Dama y la Vereda

Imagen
  La dama y la vereda Hay una dama que camina todas las mañanas por la misma vereda. Nadie sabe su nombre, pero los vecinos ya la esperan con el mate en la mano o el pan recién comprado. Sus pasos son lentos, medidos, casi ceremoniales. Lleva un bolso pequeño y un pañuelo atado con firmeza detrás del cuello. Es una dama, aunque no por su ropa ni por su edad: lo es por su forma de mirar, de detenerse, de respirar el barrio como si fuera una flor abierta. La vereda está rota. Hay raíces que la levantan, baldosas sueltas que reclaman atención, charcos que duran días. Pero ella no se queja. Ajusta el paso, esquiva con elegancia, saluda con un gesto mínimo a quien se cruza. Hace del caminar una declaración: todavía se puede vivir en esta ciudad, incluso con sus grietas. La palabra "dama" parece ajena al cemento, al ruido de los autos, al olor a fritura que sube de los patios. Pero esta dama es distinta: no viene de otro tiempo ni representa una nostalgia impuesta. Es una pr...

Caminatas de a Dos

Imagen
Caminatas de a Dos Entre el asfalto y el sendero, hay pasos que se dan de a dos. Caminar por la ciudad es una costumbre que muchas veces hacemos en soledad. Pero hay algo distinto cuando los pies van emparejados. A veces no hace falta hablar. Basta con mirar una vidriera, esquivar un pozo o ceder el paso al mismo tiempo. Estar juntos  , en ese sentido, no es solo un estado civil: es una coreografía urbana. Hay parejas que llevan décadas caminando juntas. Se reconocen por la sincronía: ella alza la vista justo cuando él señala una cornisa; él cambia el paso cuando ella se cansa. No necesitan mapas: la ciudad se hace común, y lo que era rutina se transforma en un sendero compartido. Pero también están los que se unieron con la idea del otro, no con su andar real. Caminan juntos, pero en calles paralelas. Se frenan en las esquinas de decisiones que no tomaron a tiempo. En esos casos, la caminata revela lo que los cafés silencian. Caminar con alguien es, a veces, más revelado...